Leyenda: El Cerro de Pasco, Perú

Cuenta la tradición que, mucho antes de la llegada de los españoles, los habitantes originarios de la región andaban tras las huellas de sus llamas y alpacas, animales esenciales para su subsistencia. Un pastor llamado Pariacaca, mientras guiaba a su rebaño por las alturas inhóspitas, se encontró con un venado de pelaje singularmente brillante. Fascinado por su belleza, Pariacaca lo persiguió durante largo rato a través de las laderas rocosas.

En su afán por alcanzar al escurridizo animal, Pariacaca llegó a una zona hasta entonces desconocida para él. De repente, el venado desapareció como por arte de magia, justo en la cima de un cerro imponente. Confundido y exhausto, el pastor se detuvo a descansar. Fue entonces cuando sus ojos se posaron en algo sorprendente: ¡piedras brillantes esparcidas por todo el terreno!

La curiosidad picó a Pariacaca, quien recogió algunas de estas extrañas rocas. Al examinarlas de cerca, notó su peso inusual y su brillo metálico. Sin entender completamente su valor, llevó algunas muestras de regreso a su comunidad.

Con el tiempo, la noticia de las piedras brillantes llegó a oídos de los españoles, quienes ya se encontraban explorando y conquistando el territorio. Su codicia por los metales preciosos se encendió de inmediato al ver las muestras que Pariacaca había encontrado. No tardaron en comprender que aquel cerro escondía una riqueza incalculable de plata.

Así fue como aquel lugar remoto, descubierto accidentalmente por un pastor en su persecución de un venado mágico, se convirtió en el famoso Cerro de Pasco, uno de los centros mineros de plata más importantes del mundo durante la época colonial y hasta nuestros días.

La leyenda cuenta que el espíritu del venado brillante aún vaga por las alturas del cerro, guardián de las riquezas que yacen en sus entrañas y recordatorio de cómo un simple pastor y su encuentro fortuito cambiaron la historia de toda una región.

Texto e imagen en colaboración con Gemini IA.