En un pequeño y humilde pueblo enclavado en los Andes peruanos, vivía una niña llamada Nina. Nina era una niña bondadosa y de corazón puro, pero su familia era muy pobre y a menudo pasaban necesidades. Su posesión más preciada era un pequeño cuy (conejillo de Indias) de pelaje suave y ojos vivaces al que había llamado Kusi, que significa “alegría” en quechua.
Un día, mientras Nina jugaba con Kusi en el campo, notó algo extraño. Kusi parecía recoger pequeñas piedras brillantes con su hocico y las guardaba en un hueco bajo un árbol. Nina, curiosa, se acercó y descubrió que las piedras no eran simples rocas, ¡sino pepitas de oro!
Nina no podía creer lo que veían sus ojos. Kusi, su querido cuy, ¡era mágico! A partir de ese día, Kusi comenzó a llevarle a Nina pequeñas cantidades de oro todos los días. Gracias a este regalo inesperado, la vida de Nina y su familia comenzó a cambiar. Ya no pasaban hambre, pudieron tener una casa más cómoda y vestir ropas decentes.
Sin embargo, Nina era una niña sabia y de buen corazón. No guardó toda la riqueza para sí misma, sino que compartió su fortuna con otros habitantes del pueblo que también sufrían de pobreza. Ayudó a familias necesitadas, contribuyó a mejorar la escuela y apoyó a los ancianos.
La noticia del cuy mágico y la generosidad de Nina se extendió por toda la región. Muchos se preguntaban de dónde provenía tanta riqueza, pero Nina siempre guardó el secreto de Kusi, protegiéndolo de la codicia de otros.
La leyenda cuenta que Kusi, el cuy mágico, era en realidad un espíritu de la montaña que había tomado esa forma para recompensar la bondad y la pureza de corazón de Nina. Mientras Nina continuó siendo generosa y humilde, Kusi siguió brindándole su ayuda.
Y así, en aquel rincón de los Andes, la historia del Cuy Mágico se transmitió de generación en generación, recordando a todos el valor de la bondad, la generosidad y cómo a veces, la ayuda más inesperada puede llegar de la criatura más pequeña y adorable.
Texto e imagen en colaboración con Gemini IA.