Una figura icónica y muy querida del folclore brasileño.
En los bosques, caminos y plantaciones de Brasil, especialmente en las regiones del sur, habita un ser peculiar y escurridizo: el Saci-Pererê. Se le describe como un joven negro de baja estatura, con una sola pierna, que lleva un gorro rojo mágico y siempre tiene una pipa en la boca.

La leyenda cuenta que el Saci-Pererê nace de un brote de bambú que crece durante siete años. Es un espíritu juguetón y travieso, cuyo pasatiempo favorito es molestar a la gente y a los animales con sus bromas incesantes.
Con su única pierna, el Saci se mueve a una velocidad sorprendente, saltando y girando en remolinos de viento. Se dice que puede aparecer y desaparecer en un abrir y cerrar de ojos, causando todo tipo de pequeños percances. Le encanta esconder objetos pequeños, como agujas y dedales, asustar al ganado, quemar la comida en la cocina, hacer nudos en las crines de los caballos y desorientar a los viajeros.
Su gorro rojo es la fuente de su magia y poder. Se cree que quien logre robarle el gorro puede obligar al Saci a concederle deseos. Sin embargo, atrapar al Saci no es tarea fácil, ya que es astuto y rápido como el rayo. Una forma de intentarlo es lanzarle una red o una canasta boca abajo mientras gira en su remolino. Si se le captura, hay que quitarle el gorro inmediatamente y encerrarlo en una botella o una calabaza, tapándola bien para que no escape.
A pesar de sus travesuras, el Saci no es considerado malvado. Sus bromas son más bien infantiles y buscan divertirse a costa de los demás. Sin embargo, puede llegar a ser molesto, especialmente para aquellos que no entienden su naturaleza juguetona.

Para apaciguar al Saci, algunas personas dejan trampas de melaza o le ofrecen tabaco. También se dice que arrojar semillas al viento puede distraerlo, ya que se detendrá a contarlas una por una, dándote tiempo para escapar de sus bromas.
El Saci-Pererê es un personaje lleno de energía y vitalidad, que representa la picardía y el espíritu libre del folclore brasileño. Su leyenda nos recuerda la importancia del humor y la capacidad de reírnos de las pequeñas molestias de la vida. Es un símbolo de la conexión entre el mundo natural y el sobrenatural, un duende travieso que forma parte del imaginario colectivo de Brasil.
Texto e imágenes en colaboración con varias IIAA.