Bra Anansi y el Tigre Dundo

Érase una vez, en los tiempos cuando los animales podían hablar tan claro como tú y yo, vivía un araña muy astuta llamada Bra Anansi. Ahora, Bra Anansi no era fuerte, ni grande, pero ¡ay, bendito!, era listo como un zorro viejo. Siempre andaba buscando la manera más fácil de conseguir lo que quería, sin tener que trabajar mucho.
En ese tiempo, el animal más fuerte y temido de la selva era Bra Tigre Dundo. Tenía unos dientes que parecían cuchillos de monte y un rugido que hacía temblar hasta las hojas de los árboles más altos. Bra Tigre siempre se burlaba de Bra Anansi por su tamaño pequeño y su maña.
Un día, Bra Anansi estaba hambriento, ¡más hambriento que un paca en Semana Santa! Vio a Bra Tigre comiendo una suculenta carne asada, jugosa y con un olor que le hacía agua la boca. Anansi pensó: “¡Ajá! Esa carne tiene que ser mía, pero ¿cómo hago?”
En lugar de pelear, que sabía que perdería, Bra Anansi se acercó a Bra Tigre con una sonrisa dulce como la miel de jobito. “¡Buenos días, Bra Tigre! ¡Qué bien huele esa carne! Seguro que está deliciosa.”
Bra Tigre, orgulloso de su presa, gruñó: “¿Y a ti qué te importa, arañita flaca? Vete por ahí antes de que te pise.”
Pero Bra Anansi no se dio por vencido. “¡Oh, no, Bra Tigre! Solo venía a ofrecerte un juego. Un juego para ver quién es el más inteligente de la selva.”
Bra Tigre se rió con fuerza, mostrando sus colmillos. “¿Inteligente? ¡Tú contra mí? ¡Ja! Está bien, arañita. ¿Qué juego tienes en mente?”
Bra Anansi, con los ojos brillantes de picardía, dijo: “Vamos a atarnos con una soga larga. Tú te vas para un lado de la selva y yo para el otro. El que logre tirar más fuerte y traer al otro hasta este árbol, ese será el más inteligente y se quedará con toda la carne.”
Bra Tigre, confiado en su fuerza, aceptó de inmediato. “¡Hecho! Te voy a arrastrar como un tronco seco, arañita.”
Así que buscaron una soga larga y fuerte. Bra Tigre se fue hacia el oeste de la selva, llevando un extremo de la soga, mientras que Bra Anansi se fue hacia el este, llevando el otro extremo.
Pero aquí viene el truco de Bra Anansi. En lugar de atarse él mismo a la soga, ¡la ató a una roca grande y pesada! Luego, se escondió entre las hojas y esperó.
Al cabo de un rato, Bra Anansi empezó a gritar con una voz fuerte y fingida, como si estuviera tirando con todas sus fuerzas: “¡Estoy jalando, Bra Tigre! ¡Siento que vienes para acá!”
Bra Tigre, al sentir la resistencia de la roca, pensó que Bra Anansi era mucho más fuerte de lo que parecía. Se esforzó al máximo, gruñendo y arañando la tierra con sus garras.
De repente, Bra Anansi cambió su voz a un tono más débil, como si estuviera a punto de ser arrastrado: “¡Ay, Bra Tigre! ¡Eres muy fuerte! ¡Casi me tienes!”
Bra Tigre, sintiéndose superior, jaló con aún más fuerza, sin darse cuenta de que solo estaba moviendo la pesada roca.
Finalmente, Bra Anansi gritó con voz triunfal: “¡Ya te tengo, Bra Tigre! ¡Aquí vienes!” Y luego, corrió hacia donde estaba la carne asada, dejando la soga atada a la roca.
Bra Tigre, agotado y confundido, logró llegar hasta el árbol, solo para encontrar a Bra Anansi disfrutando de su deliciosa comida.
“¿Pero cómo…?” rugió Bra Tigre, sin entender nada.
Bra Anansi, con una sonrisa llena de astucia, le dijo: “La fuerza bruta no siempre gana, Bra Tigre. A veces, la inteligencia es mucho más poderosa.”
Y así, Bra Anansi, el pequeño pero ingenioso araña, demostró una vez más que la astucia puede vencer a la fuerza, dejando a Bra Tigre Dundo más confundido que un mono sin cola.
Y por eso, en Belice, cuando alguien es muy listo y logra salirse con la suya con maña, la gente dice con una sonrisa: “¡Ese es un verdadero Anansi!”
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