La leyenda de La Llorona es una historia profundamente arraigada en muchas culturas latinoamericanas, y Belice no es la excepción. Aunque puede haber variaciones en los detalles específicos, la esencia de la leyenda de La Llorona en Belice comparte similitudes con las versiones de otros países, pero con su propio sabor local.

La Llorona de los Ríos de Belice
Se dice que hace mucho, mucho tiempo, en un pequeño pueblo cerca de uno de los tantos ríos caudalosos de Belice, vivía una mujer muy hermosa llamada María. Era conocida por su belleza radiante y su cabello oscuro como la noche. María se enamoró perdidamente de un hombre apuesto y adinerado, un extranjero que llegó al pueblo y la cortejó con promesas de amor eterno y una vida llena de lujos.
María y el extranjero se casaron y pronto tuvieron dos hermosos hijos, a los que María amaba con todo su corazón. Su vida parecía un sueño hecho realidad. Sin embargo, la felicidad no duró para siempre. Con el tiempo, el interés del extranjero por María comenzó a desvanecerse. Empezó a pasar más tiempo fuera de casa, y los rumores de que tenía otras mujeres comenzaron a circular por el pueblo.
Un día, la peor pesadilla de María se hizo realidad. Descubrió que su esposo la iba a abandonar para casarse con una mujer de su misma clase social, dejándola a ella y a sus hijos sin nada. Desesperada y llena de rabia y dolor, María se sintió traicionada y abandonada.
En un arrebato de locura y desesperación, consumida por la ira hacia su esposo y sintiendo que él la había dejado sin futuro a ella y a sus hijos, María tomó a sus dos pequeños y los llevó hasta el río. En la oscuridad de la noche, impulsada por una pena inmensa y un deseo de venganza, arrojó a sus hijos a las turbulentas aguas del río.
Al instante siguiente, la cordura regresó a María, y se dio cuenta de la terrible acción que había cometido. El horror y la culpa la invadieron con una fuerza devastadora. Gritó los nombres de sus hijos, corrió desesperada a lo largo de la orilla del río, tratando de encontrarlos, pero ya era demasiado tarde. Las corrientes los habían arrastrado lejos.
Desde esa noche trágica, el espíritu atormentado de María no encontró descanso. Se dice que vaga por las orillas de los ríos, lagunas y otros cuerpos de agua de Belice, vestida con un manto blanco y largo, con el cabello suelto y llorando amargamente por sus hijos perdidos. Su lamento desgarrador, un grito largo y lastimero que dice “¡Ay, mis hijos!“, se puede escuchar en las noches oscuras, especialmente cerca del agua.
Los que la han escuchado o dicen haberla visto, describen una figura espectral que flota cerca del agua, con el rostro oculto por la sombra o el cabello. Se dice que busca desesperadamente a sus hijos, y a veces, en su confusión y dolor, puede llevarse a otros niños pequeños que se encuentren solos cerca del agua, confundiéndolos con los suyos.
Los padres en Belice a menudo advierten a sus hijos que no se acerquen a los ríos o lagunas al caer la noche, para evitar encontrarse con La Llorona. Su leyenda sirve como una advertencia sobre los peligros de la rabia, la desesperación y las terribles consecuencias de los actos impulsivos.
Aunque la historia central es similar a la de otros lugares, en Belice, La Llorona se asocia específicamente con los ríos y cuerpos de agua locales, convirtiéndose en parte del paisaje folclórico y las creencias populares de la región. Su llanto sigue resonando en la imaginación de la gente, recordándoles una tragedia antigua y el espíritu errante de una madre desconsolada.
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