Leyenda: La Madremonte, Colombia

En las espesuras más profundas de los bosques colombianos, donde los árboles centenarios entrelazan sus ramas creando bóvedas de sombra y el aire huele a tierra húmeda y flores silvestres, mora una figura imponente y misteriosa: la Madremonte. No es una criatura malévola en su esencia, sino la personificación de la naturaleza salvaje, la protectora de las montañas, los bosques y las fuentes de agua, cuyo poder se manifiesta tanto en la belleza exuberante como en la furia indomable del entorno natural.

Se describe a la Madremonte como una mujer corpulenta y de gran estatura, cubierta de musgo y bejucos, con una larga cabellera verde como las hojas de los árboles y ojos brillantes como dos luceros en la oscuridad del bosque. Su aliento huele a tierra fértil y a hierbas medicinales, y su voz es el susurro del viento entre las hojas y el rugido de las cascadas. A veces se la ve cabalgando sobre un cerdo salvaje o una danta, moviéndose con agilidad sorprendente a través de la maleza impenetrable.

La Madremonte no es enemiga del hombre per se, pero castiga severamente a aquellos que abusan de la naturaleza con codicia y falta de respeto. Leñadores que talan árboles sin medida, cazadores furtivos que diezman la fauna, campesinos que incendian los bosques para expandir sus cultivos y quienes contaminan las fuentes de agua son objeto de su ira. Se dice que los desorienta en el bosque, los hace perderse en laberintos de vegetación, los enferma con miasmas de la tierra y, en casos extremos, los precipita a barrancos o los ahoga en ríos crecidos.

Sin embargo, aquellos que viven en armonía con la naturaleza, que piden permiso a la montaña antes de tomar sus recursos, que siembran con respeto y cuidan de los animales, pueden ser bendecidos por la Madremonte. Se dice que les revela secretos de las plantas medicinales, les guía hacia fuentes de agua pura y les protege de los peligros del bosque. Los indígenas y los campesinos que conocen sus dominios le rinden tributo con ofrendas de semillas, flores y cantos, buscando su favor y protección.

Una de las formas en que la Madremonte manifiesta su poder es a través de fenómenos naturales. Se le atribuyen las nieblas repentinas que envuelven los senderos, los aguaceros torrenciales que inundan los valles y los deslizamientos de tierra que arrasan las laderas deforestadas. Estos eventos son interpretados como advertencias o castigos por la falta de cuidado hacia el medio ambiente.

También se cuenta que la Madremonte tiene la capacidad de transformarse en animales del bosque, como venados, osos o jaguares, para vigilar su territorio y confundir a sus enemigos. Su presencia se siente en la majestuosidad de los paisajes naturales, en el silencio profundo del bosque y en la fuerza indomable de los elementos.

La leyenda de la Madremonte es un recordatorio constante de la profunda conexión entre el pueblo colombiano y su rica biodiversidad. Es una llamada a la conciencia sobre la importancia de la conservación y el respeto por la naturaleza, transmitida de generación en generación como una enseñanza ancestral. Cada vez que nos adentramos en las montañas o los bosques de Colombia, debemos recordar la presencia vigilante de la Madremonte, la dueña y señora de la naturaleza, cuyo poder reside en la vida misma que protege con tanta ferocidad.

Texto e imagen generado Gemini IA.