Leyenda: La Mulata de Córdoba (Veracruz), México

En la hermosa y cálida ciudad de Córdoba, Veracruz, durante la época de la Colonia, vivió una mujer de extraordinaria belleza y misterio. Su nombre se ha perdido en el tiempo, pero era conocida simplemente como “La Mulata”. Su piel morena, sus ojos penetrantes y su gracia natural atraían las miradas y despertaban la curiosidad de todos los que la conocían.

La Mulata vivía sola en una casa humilde, pero su ingenio y sus conocimientos eran asombrosos. Se decía que poseía dones especiales, una sabiduría ancestral sobre hierbas y remedios, con los que curaba enfermedades y aliviaba dolencias. La gente acudía a ella en busca de ayuda, y ella siempre ofrecía sus conocimientos con generosidad, sin pedir nada a cambio.

Sin embargo, su belleza y su misterio también generaban habladurías y suspicacias. Algunos la veían con admiración, pero otros la acusaban en voz baja de brujería y de tener pacto con fuerzas oscuras. Su soledad y su independencia no encajaban con las costumbres de la época, alimentando los rumores y la desconfianza.

Entre los hombres más poderosos de Córdoba, el Alcalde Mayor cayó rendido ante su encanto. La cortejó con insistencia, ofreciéndole riquezas y una vida de lujos, pero La Mulata siempre lo rechazaba con cortesía pero con firmeza. Su corazón parecía inaccesible, y su negativa frustró y enfureció al Alcalde.

Despechado y consumido por la obsesión, el Alcalde, influenciado por las habladurías y su propio orgullo herido, la acusó formalmente de brujería ante la Santa Inquisición. Los cargos eran vagos y basados en supersticiones y en la incapacidad del Alcalde para conquistarla.

La Mulata fue arrestada y llevada a las oscuras mazmorras de la Inquisición. Durante el juicio, demostró una inteligencia aguda y una serenidad asombrosa. Negó todas las acusaciones con argumentos lógicos y firmes, dejando en evidencia la falta de pruebas concretas en su contra. Sin embargo, la envidia y el miedo que despertaba en algunos miembros de la comunidad, sumados al rencor del Alcalde, sellaron su destino.

Fue condenada a morir en la hoguera, acusada de practicar hechicería y de tener tratos con el demonio. El día de su ejecución, una multitud se congregó en la plaza principal de Córdoba para presenciar el acto. La Mulata, con una calma sorprendente, pidió un trozo de carbón. Los guardias, extrañados, se lo concedieron.

Ante la mirada atónita de todos, La Mulata comenzó a dibujar con el carbón en una de las paredes de su celda. Dibujó un barco, un navío de líneas perfectas y velas desplegadas, como si estuviera listo para zarpar. Los presentes observaban con asombro la habilidad con la que trazaba cada detalle.

Cuando terminó su obra, La Mulata preguntó a los guardias: “¿Qué le falta a mi barco para navegar?”. Los hombres, confundidos, respondieron que nada, que el barco parecía completo. Entonces, con una sonrisa enigmática en los labios, La Mulata saltó dentro del dibujo del barco y, ante los ojos incrédulos de todos, la embarcación comenzó a moverse lentamente por la pared de la celda, hasta desaparecer por completo.

La celda quedó vacía, y La Mulata nunca más fue vista. Su desaparición misteriosa alimentó aún más la leyenda. Algunos decían que sus poderes eran tan grandes que logró escapar de la muerte de una manera sobrenatural. Otros murmuraban que el demonio, con quien supuestamente tenía un pacto, la había rescatado.

Desde entonces, la leyenda de La Mulata de Córdoba perdura en la memoria de la gente. Se cuenta que su espíritu vaga por las calles de la antigua ciudad, especialmente en las noches de luna llena. Algunos afirman haberla visto como una figura esquiva, desvaneciéndose entre las sombras, un recordatorio de la belleza, el misterio y la injusticia que marcaron su vida. Su historia sigue siendo un enigma, un cuento fascinante que mezcla realidad y fantasía, y que evoca la magia y el folclore de la tierra veracruzana.

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