En la pintoresca y empinada ciudad de Guanajuato, donde las casas de colores se apilan unas sobre otras y los callejones serpentean como venas en el corazón de la montaña, existe un rincón particularmente estrecho y romántico, conocido como el Callejón del Beso. La leyenda que envuelve este lugar es una historia de amor apasionado, prohibido y, finalmente, trágico.

Cuenta la leyenda que en una de las casas vivía Doña Carmen, la única hija de un padre severo y celoso, un hombre rico y orgulloso que la mantenía bajo estricta vigilancia para evitar cualquier contacto con el mundo exterior y, sobre todo, con pretendientes. Carmen era una joven hermosa y de espíritu libre, pero su vida estaba confinada tras los muros de su hogar.
En la casa de enfrente, separada apenas por un estrecho callejón de menos de un metro de ancho, vivía Don Luis. Un joven humilde pero de gran corazón, que trabajaba arduamente para ganarse la vida. Desde su ventana, Luis alcanzaba a ver a la bella Carmen en el balcón de su casa, suspirando melancólicamente. Quedó prendado de su belleza y su tristeza, y día tras día, su admiración se transformó en un amor profundo y silencioso.
Luis ideó una manera de comunicarse con Carmen. Con paciencia y sigilo, logró entrar a una casa abandonada contigua a la de Carmen y, desde una ventana que daba justo al balcón de ella, pudo por fin hablarle. Susurros de amor y promesas se tejieron en el aire nocturno, a través del angosto espacio que los separaba.
Los jóvenes se enamoraron perdidamente, encontrando en sus encuentros secretos el único consuelo a la opresión que Carmen sufría. Sin embargo, su felicidad era frágil, pendiendo de un hilo ante el temor de ser descubiertos por el implacable padre de Carmen.
Un día, mientras Luis y Carmen se encontraban en su habitual balcón, compartiendo un beso apasionado a través del estrecho callejón, el padre de Carmen, en un arrebato de furia al presenciar la escena, irrumpió en la habitación. Cegado por la ira y el orgullo herido, tomó una daga y, sin dudarlo, la clavó en el pecho de su propia hija.
Don Luis, horrorizado e impotente al ver morir a su amada, besó por última vez la mano inerte de Carmen, antes de que el padre, en un acto de desesperación y remordimiento, se quitara la vida con la misma daga.
Desde aquel trágico día, se dice que las almas de Carmen y Luis quedaron atrapadas en el Callejón del Beso. La leyenda cuenta que las parejas que visitan este lugar y se besan justo en el tercer escalón, donde se cree que ocurrió el fatídico beso, tendrán siete años de buena suerte y amor eterno. En cambio, aquellos que no se besan en este punto corren el riesgo de sufrir siete años de mala suerte en su relación.
Así, el Callejón del Beso en Guanajuato permanece como un testimonio mudo de un amor que desafió las barreras sociales y la opresión, un amor que floreció en secreto y que terminó en una tragedia inolvidable. Hoy en día, los turistas acuden a este estrecho pasaje para sellar su amor con un beso, esperando la promesa de felicidad que la leyenda aún susurra entre las coloridas paredes de Guanajuato.
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