Leyenda: El Güije, Cuba

La leyenda del Güije (pronunciado “güí-je”) es una de las más arraigadas y misteriosas del folclore cubano, especialmente en las zonas rurales cercanas a ríos, lagunas y pozas de agua dulce. A diferencia de otros espectros más tétricos, el Güije no es necesariamente malvado, pero sí travieso, escurridizo y portador de un aura de misterio y respeto.

Se describe al Güije como un ser de pequeña estatura, similar a un niño o un enano, de piel oscura y lampiña, casi resbaladiza. Sus ojos son pequeños y brillantes, y a menudo se le representa con una gran cabeza en proporción a su cuerpo. Una de sus características más distintivas es su afición por los lugares húmedos y apartados: los remansos de los ríos, las cuevas cerca del agua, las lagunas escondidas bajo la vegetación.

El Güije no busca activamente dañar a las personas, pero sus travesuras pueden ser molestas e incluso peligrosas. Se dice que le gusta desatar las embarcaciones, espantar a los animales que beben en los ríos, enredar las redes de pesca y esconder objetos pequeños que luego aparecen misteriosamente en lugares insospechados. Los campesinos cuentan que a veces se divierte arrojando piedras al agua o haciendo ruidos extraños para asustar a los caminantes solitarios.

Una de las creencias más extendidas es que el Güije tiene un gran poder sobre el agua y los animales acuáticos. Se le considera una especie de guardián de estos entornos naturales. Los pescadores y campesinos suelen tenerle cierto respeto, evitando perturbar sus dominios o hablar mal de él por temor a sus represalias. A veces, incluso le dejan pequeñas ofrendas cerca de los ríos, como frutas o tabaco, para mantenerlo contento y evitar sus travesuras.

Aunque generalmente se le describe como solitario, algunas leyendas hablan de familias de Güijes viviendo en las profundidades de las lagunas más grandes. Se dice que tienen sus propias costumbres y una organización social, aunque los detalles de su vida son un misterio para los humanos.

La leyenda del Güije también está ligada a la fertilidad de la tierra y la abundancia de agua. Su presencia en un lugar se interpreta a veces como un signo de buena suerte y prosperidad para la comunidad. Sin embargo, si el Güije se siente molesto o irrespetado, se cree que puede causar sequías, inundaciones o la desaparición de los peces.

A lo largo del tiempo, la figura del Güije ha evolucionado en el imaginario popular. En algunas versiones más modernas, se le describe como un ser más protector de la naturaleza, castigando a aquellos que contaminan los ríos o destruyen los bosques. Esta reinterpretación refleja una creciente conciencia ambiental en la sociedad cubana.

El Güije no es un monstruo aterrador, sino más bien un espíritu travieso y esquivo que personifica la magia y el misterio de la naturaleza cubana. Su leyenda sigue viva en las narraciones de los campesinos, en los cuentos para niños y en la memoria colectiva de un pueblo que ha sabido encontrar en sus mitos una forma de entender y relacionarse con el mundo natural que lo rodea. El Güije sigue escondiéndose en las aguas tranquilas, observando con sus pequeños ojos brillantes, listo para desatar una nueva travesura en la próxima noche de luna llena.

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