Leyenda: La Ciguapa, República Dominicana

En los campos verdes y misteriosos de la República Dominicana, donde la ceiba centenaria extiende sus brazos como guardianes del tiempo y el susurro del viento cuenta historias ancestrales, se habla con voz baja y respeto de la Ciguapa. No es un cuento para niños inquietos antes de dormir, sino una advertencia susurrada entre adultos a la luz de la luna.

Dicen que la Ciguapa es una criatura esquiva, habitante de las profundidades de los bosques más densos y húmedos, lejos de la mirada curiosa de los hombres. Su belleza es tan singular como inquietante. Su piel, oscura como la noche sin estrellas o clara como la arena de las playas vírgenes, contrasta con una larga y abundante cabellera negra, tan espesa que parece un manto de sombra. Pero lo más peculiar y aterrador de la Ciguapa son sus pies: ¡están vueltos hacia atrás!

Esta extraña anatomía la convierte en una maestra del engaño. Sus huellas, que parecen dirigirse en sentido contrario a su avance, desorientan a los cazadores y a los viajeros incautos que se aventuran demasiado profundo en su territorio. Quien sigue sus rastros creyendo encontrarla, se adentra irremediablemente en la espesura del bosque, perdiéndose en un laberinto verde del que pocos regresan.

Se dice que la Ciguapa es una criatura de la noche. Al amparo de la oscuridad, sale de su escondite en busca de alimento, que algunos murmuran son frutos silvestres y pequeños animales, mientras otros, con un escalofrío en la voz, aseguran que su apetito es más oscuro y peligroso. Los campesinos cuentan historias de hombres jóvenes seducidos por su belleza etérea y su canto melodioso, una voz dulce y embriagadora que se filtra entre los árboles. Aquellos que caen bajo su hechizo son llevados a las profundidades del bosque y nunca más se les vuelve a ver.

Aunque temida, la Ciguapa también despierta una extraña fascinación. Algunos creen que posee poderes mágicos y que conoce los secretos ocultos de la naturaleza. Los más osados, o desesperados, se aventuran en su búsqueda con la esperanza de obtener favores o conocimientos ancestrales, aunque la mayoría solo encuentra desorientación y un miedo profundo grabado en el alma.

Para protegerse de la Ciguapa, los habitantes de las zonas rurales aconsejan evitar internarse en el bosque al caer la noche y nunca seguir huellas que parezcan ir en dirección opuesta al sentido común. También se dice que el sonido de los perros ladrando puede alertar de su presencia, y que el fuego y la luz brillante la mantienen alejada.

La leyenda de la Ciguapa perdura en la República Dominicana, transmitiéndose de generación en generación. Es un recordatorio de los misterios que aún se esconden en la naturaleza salvaje, de la belleza que puede ser engañosa y de la importancia de respetar los límites entre el mundo conocido y los dominios de lo desconocido. Cada susurro del viento entre los árboles, cada sombra danzante bajo la luna, puede evocar la imagen de la Ciguapa, la dueña esquiva de los bosques dominicanos, cuyos pies vueltos hacia atrás nos recuerdan que en la naturaleza, a veces, las apariencias engañan y el camino más obvio puede conducir al mayor de los misterios.

Texto e imágenes generados por Gemini IA.