La leyenda de la Siguanaba es una de las más extendidas y temidas en el folclore de Centroamérica, y Panamá no es la excepción. Aunque puede tener algunas variaciones en los detalles respecto a otros países, la esencia de la historia se mantiene.

En Panamá, se cuenta que la Siguanaba es un espectro femenino que se aparece principalmente a los hombres infieles, borrachos y trasnochadores. Se la describe inicialmente como una mujer de una belleza deslumbrante, con un cuerpo escultural y una larga cabellera negra y brillante. A veces se dice que viste una pollera elegante, lo que le ha valido el nombre alternativo de “La Mujer Empollerada” en algunas regiones del país.
Los hombres que andan de parranda, vagando solos y embriagados por los caminos oscuros, son sus víctimas predilectas. La Siguanaba se les aparece a la distancia, atrayéndolos con su belleza y su caminar sensual. Los hombres, cegados por la lujuria y el alcohol, no dudan en seguirla, creyendo que han encontrado una mujer hermosa y dispuesta.
Ella los guía hacia lugares apartados, como barrancos, ríos o espesuras del monte. Es entonces, cuando el hombre intenta acercarse o tocarla, que ocurre la transformación aterradora. La hermosa mujer se convierte en un ser horripilante. Su rostro se deforma hasta tomar la apariencia de una calavera o, en algunas versiones, la cara huesuda de un caballo. Sus ojos se encienden con un brillo rojizo y aterrador, y sus dientes se vuelven largos y afilados.
Al ver esta espantosa metamorfosis, los hombres quedan paralizados por el terror. La Siguanaba aprovecha su miedo para asustarlos aún más con gritos horribles y carcajadas macabras que resuenan en la noche. Se dice que algunos hombres mueren del susto, mientras que otros pierden la razón y vagan por el resto de sus días atormentados por la visión.
La leyenda también advierte que la Siguanaba puede aparecerse lavando ropa a la orilla de los ríos o en pilas de agua durante la noche. Los hombres que la ven desde lejos se sienten atraídos por su figura, pero al acercarse descubren su verdadera y horripilante apariencia.
Se cree que la Siguanaba es el espíritu de una mujer que en vida cometió alguna falta grave, a menudo relacionada con el abandono o el maltrato de sus hijos. Como castigo, fue condenada a vagar eternamente, atrayendo y aterrorizando a los hombres de mala conducta.

La leyenda de la Siguanaba cumple una función moralizante, sirviendo como advertencia contra la infidelidad, la embriaguez y la falta de respeto hacia las mujeres. Es una historia que se cuenta para asustar a los hombres que se desvían del buen camino y para recordarles las posibles consecuencias de sus actos.
Aunque con el tiempo la creencia en estas leyendas ha disminuido en las zonas urbanas, en las áreas rurales de Panamá la historia de la Siguanaba aún se mantiene viva, transmitiéndose de generación en generación como una parte importante de su folclore y sus tradiciones.
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