Aunque la leyenda de “La Llorona” es más prominente en el folclore de México y otras partes de Latinoamérica, en Puerto Rico existen relatos de figuras femeninas espectrales asociadas a la pérdida de hijos y a lamentos nocturnos, aunque no siempre bajo el nombre específico de “La Llorona”. Estas leyendas puertorriqueñas comparten similitudes temáticas y evocan un terror similar.

En los campos brumosos y a lo largo de los ríos serpenteantes de Puerto Rico, especialmente en las zonas rurales y apartadas, se susurran historias sobre mujeres espectrales que vagan en la oscuridad, sumidas en un llanto eterno. Estas figuras, a menudo vestidas de blanco y con el rostro oculto por la sombra o una larga cabellera, son conocidas por sus desgarradores lamentos que hielan la sangre de quienes los escuchan.
Una de las versiones más comunes cuenta la historia de una mujer joven, a veces llamada María o simplemente “La Llorona” por la similitud con la leyenda continental, que sufrió una terrible tragedia. En vida, amaba profundamente a sus hijos, pero circunstancias fatales, ya fueran accidentes, enfermedades o incluso su propia desesperación, le arrebataron a sus pequeños.
Inconsolable, su alma no encontró descanso tras la muerte. Condenada a vagar por los lugares donde perdió a sus hijos, se la escucha llorar amargamente durante las noches oscuras, especialmente cerca de cuerpos de agua como ríos, lagos o incluso pozos. Su lamento es un quejido largo y penetrante, lleno de dolor y arrepentimiento, que estremece el silencio de la noche.
Se dice que su presencia es un mal presagio. Aquellos que escuchan su llanto pueden experimentar mala suerte, enfermedad o incluso la pérdida de sus propios seres queridos. Los padres advierten a sus hijos que no se acerquen a los ríos o lugares solitarios después del anochecer, temiendo que se encuentren con el espectro doliente.
En otras variaciones de la leyenda, la figura espectral no siempre tiene un nombre específico, pero su historia es similar: una madre que perdió a sus hijos de manera trágica y ahora busca sus almas perdidas, llorando su ausencia por toda la eternidad. Su llanto se describe como un sonido que eriza la piel, capaz de despertar el miedo más profundo en el corazón de quien lo oye.

Algunas historias sugieren que estas mujeres espectrales pueden intentar llevarse a otros niños, confundiéndolos con sus propios hijos perdidos. Por esta razón, las madres puertorriqueñas han transmitido a lo largo de generaciones rituales de protección, como colocar tijeras abiertas bajo las cunas o rezar fervorosamente al escuchar los lamentos lejanos.
Aunque la figura de “La Llorona” como tal no es tan central en el folclore puertorriqueño como en otros países, la creencia en espíritus femeninos sufrientes que lloran la pérdida de sus hijos es una constante en muchas comunidades de la isla. Estas leyendas sirven como advertencia sobre las tragedias que pueden desgarrar a una familia y el dolor que puede perdurar más allá de la muerte.
Así, en las noches oscuras de Puerto Rico, entre el sonido de los coquíes y el susurro de la brisa, a veces se puede escuchar un lamento distante, un eco de una tristeza eterna que nos recuerda las historias de aquellas madres que perdieron lo más preciado y que aún vagan, llorando su pérdida en la soledad de la noche. Estas “Lloronas” puertorriqueñas, aunque no siempre con el mismo nombre, encarnan el dolor maternal y el misterio de los espíritus que no encuentran descanso.
Texto e imágenes generados por Gemini IA.